Ser escritor en estos tiempos es un gran reto / Por Manuel Tiberio Bermúdez

Qué sentido tiene escribir un libro en la esperanza de verlo surgir por entre este bosque de publicaciones que a veces nos abruman desde las estanterías de las librerías o que nos ofrecen por las redes sociales sin descanso.

Escribir para muchas personas es una necesidad, una obligación que sienten de liberarse de pensamientos, reflexiones o historias que bullen en la mente y a las que no se les encuentra otra salida que escribirlas.   

Cecilia Arias Aguirre, es una mexicana que acaba de entregar a la consideración del público su primera novela.

Cecilia Arias A.

Aunque lleva muchos años escribiendo, otras obligaciones personales no le permitieron, desde antes, encaminarse por ese sendero difícil e incierto de la literatura.

Cuando dejó de trabajar hace unos 6 años, decidió publicar algunos de los textos que estaban esperando por ser expuestos a la consideración de la gente.

La duda por no saberse escritora, pero animada por el convencimiento de que había que arriesgarse a mostrar lo que con tanta paciencia y tesón había construido en dos años y que la pandemia de la Covid-19 obligó a postergar otros 2, consiguió que un amigo editor, Horacio Saavedra,  decidiera publicar su novela.

El debut de su novela ¿Qué sentido tiene?  fue en la Feria del Libro de Guadalajara, luego ha tenido otras presentaciones y también estuvo en la Filbo de Bogotá que ella considera «una de las mejores experiencias como escritora ya que se me abrieron muchas puertas, recibí muchos consejos y mejores comentarios de grandes escritores que conocí allí».

¿Qué va a encontrar el lector de la novela? ¿Qué sentido tiene?

Es una novela rica en matices, con una protagonista que a lo largo del libro va evolucionando y que debe afrontar una serie de maltratos emocionales desde su niñez. El fondo de la historia es para provocar a los lectores al conocimiento personal, pero tiene un fondo de mujeres, que vienen desde la tatarabuela y la protagonista que pertenece a la cuarta generación. Es la búsqueda y el análisis del cambio de las mujeres, su evolución en el tiempo, qué cambios  han sido positivos en el devenir del tiempo hasta encontrar una voz propia y tomar las riendas de su vida.  Es una novela reivindicativa que está escrita con mucha pasión porque los mismos personajes tienen pura pasión para lograr sus objetivos.

Debe ser difícil arriesgarse a publicar en este momento en donde parecería que predomina la insensibilidad hacia valores que cada vez parecen menos importantes en las sociedades que nos ha tocado vivir. ¿Que la motivo a publicar?

Justo por eso fue que me decidí a publicar en este momento por que los valores se están perdiendo aceleradamente. Sé que no se puede cambiar el mundo pero pienso que si uno empieza a poner esa semilla, en especial en los jóvenes a los que estoy enfocando mi propuesta, espero que vean y reflexionen para que haya un poco de cambio se tome un poco de conciencia. Sé que es muy difícil, lo sé, y se también que ser escritor en estos tiempos es un gran reto, pero los retos siempre me han gustado ya que tengo la seguridad de que a muchas personas les podría ayudar la lectura de mi  novela.

Si uno percibe esa apatía generalizada entonces, ¿Para qué se escribe?

En lo personal para llenar mi alma porque es una gran pasión la que siento cuando me siento a escribir. Cada día procuro hacerlo y más hoy cuando tengo el tiempo porque en la escritura encuentro todas las emociones que necesito para vivir día a día.

La escritura me da alegrías, sufrimiento, frustraciones, pero también felicidad. Cada página que escribo la vivo. Si estoy relatando que está lloviendo yo siento que me mojo, tal la compenetración con lo que relato.

Tampoco me importa si lo que escribo se va a publicar o no pues para mí es un amor personal hacia la escritura, y por eso lo hago.

Con esta novela ¿Qué sentido tiene?, he asumido un reto, no solo conmigo sino con quienes empiezan a seguir mis pasos literarios pues me siento una escritora comprometida con el oficio. A pesar de los fracasos múltiples que he tenido en mi vida quiero seguir adelante.

Fragmento de la novela

–¿Qué sentiste, abuela?

–Mucha tristeza por él.

La abuela Lorena era de buen corazón; pidió perdón a Dios por haberle

dicho esas palabras que ahora eran realidad: se cumplió su decreto…

–Sólo Dios sabe por qué quedó en esas condiciones, me da pena su vida actual… –mi abuela Lorena no se reponía de la impresión y yo menos al escu- charlo, aunque, a decir verdad, lo disfruté: le llegó su merecido. Sin embargo, eso me parecía incierto… Mientras tanto, las dos seguían su camino por las calles de

la ciudad.

La abuela Lorena se quitó esa culpa, ese remordimiento; ahora caminaba

tomando de la mano a su pequeña, cambiando la mirada; se sentía más tranquila: con una mirada juguetona, satisfecha, comprendió que el destino de quien fuera mi abuelo era sólo responsabilidad de él; que ella no había hecho algo que lo afectara, ya que había tenido el valor de tener a mi madre sin su apoyo. La abuela Lorena continuó con la serenidad que la caracterizaba:

–Coraline, te cuento: se me pasó el trago amargo y me sentí feliz; me fui a tomar una foto con tu mamá para no olvidar que yo estaba bien y feliz con mi niñita; no me hizo falta ese hombre que, gracias a Dios, se apartó de mi camino. Entonces, me hice una pregunta: ¿qué sentido tiene haber estado con un hombre cuyo final fuera ése? Con el apoyo de tu bisabuela Tamara, pude sola con mi niña. Siempre tuve el apoyo de tu bisabuela y las dos alcanzamos a conocer la felicidad. Todos ustedes nos hicieron felices…

–¿Nunca te casaste de nuevo?

–¡No! Tu mamá llenó mi vida; estábamos las tres: tu bisabuela, tu mamá y yo –al verla, comprendí que su cara reflejaba el orgullo de su valentía.

Ella fue otra mujer, ya que un hombre le cambió su destino sin preguntar. Nuevamente me enseñaba que las mujeres tenemos el mismo valor que los hombres: cada quien tiene un destino que puede o no cambiar según lo quiera…

–¡Bien por ti, abuela!

–Coraline, dime qué piensas sobre tu abuelo.

–Abuela Lorena, después de tu relato no me interesa saber más de ese tipo;

no dejó nada bueno que aprender, nada que valga la pena para ser recordado… En mi opinión, fue un cobarde, sin escrúpulos –nuevamente estaba latente

el machismo, ese machismo heredado culturalmente–, no lo disculpo, ya que siempre hay dos caminos: el bueno o el malo; el caliente o el frío. Él era tibio y comparándolo con mi bisabuelo, éste por lo menos trató de enmendar su tibieza y hacer feliz a su familia en sus últimos años. Me alegra no haberlo conocido, me alegra que tomaras la decisión correcta: yo estoy aquí por ti, por tu fuerza; seguramente no fue sencillo tomar las riendas de tu vida y lo lograste. ¿Te das cuenta de cuánta herencia me dejas?

Al ver la cara de mi abuela Lorena claramente noté que se quitó un peso de encima. Con esa tranquilidad supo que hizo lo correcto en su vida: fue valiente, trabajadora, no le dio miedo quedarse con su niña. Gracias a esa decisión yo estoy aquí, honrando a mis antepasados. Lograron enseñarme lo que es el orgullo y lo bien que se siente ver a cada una de ellas, con sus vidas diferentes, teniendo algo en común: amor por su familia. Sobre todo y lo más importante, recuperaron su voz, saliendo avantes después de las adversidades que la vida les había puesto, demostrando a ellas mismas que eran merecedoras y terminaron siendo mujeres empoderadas, admiradas, amadas; mujeres exitosas. Su éxito no era tener todo el dinero; era que contra viento y marea sacaron adelante a sus hijos sin tener un hombre a su lado.

Yo pongo en alto el honor de ellas que pudieron cambiar las vidas de todos sus herederos. Las amé sin ser enseñada a demostrar mi amor por ellas y ahora puedo expresar lo que sentía y siento por ellas.

Abuelas Tamara y Lorena, las amo. No supe expresar con palabras lo que significaban para mí, pero seguramente sentían mi amor de niña al estar cerca de ustedes; ahora y siempre me siento orgullosa de ser su bisnieta y nieta. Ustedes son mi orgullo y mi fortaleza. Lograron ser felices, se divirtieron a su manera y, hoy por hoy, entiendo un poco más lo que fui, lo que soy, lo que seré; todo es gracias a ustedes dos: ¡las amo!

En mi ahora cuarta generación, las mujeres en general seguimos siendo víctimas de los hombres, ya sea con palabras ofensivas, con acciones, con burlas; golpeadas… Esos hombres que en lo personal pienso que ni siquiera tendrían que llamarse “hombres”. También hay mujeres sin entrañas, con comportamiento agresivo, poco femenino, que hacen víctimas a muchos hombres. A todos esos individuos que nacieron siendo malas personas yo los llamaría “bazofia”.

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